Fundamentos filosóficos del Modelo Educativo Adventista
El Modelo Educativo Adventista se caracteriza por promover
una educación equilibrada y redentora, cuyo fin va más allá de la simple
transmisión de contenidos académicos. Su currículo se basa en fundamentos
filosóficos tomados de la Biblia y en los escritos del Espíritu de Profecía, los
cuales se centran en el propósito divino de restaurar en el ser humano la
imagen de su Creador.
La coherencia de lo que se enseña en un colegio adventista se
encuentra enmarcada en el contexto del conflicto cósmico entre el bien y el
mal. Cada contenido, cada clase, cada actividad se concibe para ayudar al
estudiante a comprender su identidad como hijo de Dios, su responsabilidad en
el mundo actual y su esperanza en el regreso de Cristo. El currículo, así, no
es una mera recopilación de contenidos, sino una experiencia formativa que guía
al estudiante hacia la redención, el servicio abnegado y la comunión con Dios.
El currículo adventista, reconoce a Dios como la fuente de
todo conocimiento verdadero, por lo que cada disciplina —desde las ciencias
hasta las artes— es abordada desde una cosmovisión bíblica. Se enseña que el
mundo natural revela el poder creador de Dios, y que las matemáticas, por
ejemplo, pueden utilizarse para comprender la precisión de su diseño. Así, las
ciencias, la historia, el lenguaje, la geografía, la tecnología y las artes
pueden ser vehículos para comprender su obra y su propósito.
La educación adventista promueve el desarrollo armónico de
las facultades físicas, mentales, espirituales y sociales de cada estudiante.
Inspirado en el crecimiento de Jesús (Lucas 2:52), el currículo fomenta el
equilibrio entre el conocimiento académico y la formación del carácter. Se
desarrollan dimensiones clave como la comunicativa, la matemática, la
científica, la espiritual, la artística, la física y la social, intrínsecamente
conectadas a través de una perspectiva cristocéntrica.
La salud y el estilo de vida saludable revisten una
importancia significativa. Los estudiantes aprenden a cuidar su cuerpo como
templo del Espíritu Santo. Se promueven hábitos de alimentación sana, el ejercicio
físico regular, el descanso adecuado y la temperancia, integrados
transversalmente en las asignaturas y prácticas escolares. Se reconoce que un
cuerpo saludable favorece las funciones de la mente y a un espíritu dispuesto a
seguir la voluntad divina.
La formación del carácter es uno de los objetivos primordiales
del currículo. A través del trabajo manual, el servicio abnegado, la reflexión
bíblica y la vivencia diaria de principios cristianos, se busca desarrollar en
los estudiantes hábitos virtuosos que les permitan enfrentar la vida con
integridad, responsabilidad y propósito. En este sentido, el currículo no solo
educa para esta vida, sino que prepara al estudiante para la eternidad.
Incluso la tecnología y los medios son enseñados desde una
perspectiva ética, responsable y con un enfoque en el servicio. Se procura que
el estudiante no solo adquiera competencias técnicas, sino que las utilice con
discernimiento, creatividad y en favor del bien común, siempre en consonancia
con los principios bíblicos fundamentales.
Los elementos curriculares en la educación adventista distan
de ser aleatorios o meramente pragmáticos. Cada asignatura, contenido y
experiencia están diseñados para responder a un propósito superior: educar para
la eternidad, restaurar la imagen de Dios en el ser humano y preparar hombres y
mujeres útiles para esta vida y para la venidera. Esa es la esencia del “qué”
se enseña en un colegio adventista.