martes, 24 de junio de 2025

Cómo enseñar a los niños a manejar sus emociones desde pequeños

¿Recuerdas cómo te sentiste la primera vez que viste una película que explicaba las emociones como personajes dentro de nuestra mente? Hace poco, una de las compañías más influyentes en el entretenimiento infantil, Disney, lanzó la secuela de Intensamente, una película que pone sobre la mesa un tema vital para padres, madres y educadores: la importancia de comprender, expresar y educar las emociones desde temprana edad.

Por Benjamín Hernández Miguel

Capellán en el Colegio Ignacio Allende

Poza Rica, Ver.

En un mundo donde el estrés, la ansiedad y las frustraciones parecen formar parte del día a día, enseñar a los niños a identificar y gestionar lo que sienten se ha vuelto una prioridad. Y como institución educativa con principios cristianos, creemos que educar las emociones también es formar el carácter y fortalecer el espíritu.

“Buen remedio es el corazón alegre, pero el ánimo triste seca los huesos.” – Proverbios 17:22

¿Qué son las emociones?

La Real Academia Española define las emociones como alteraciones intensas y pasajeras del ánimo, capaces de provocar efectos físicos como la sensación de electricidad o conmoción. El doctor Julián Melgosa, experto en psicología y autor adventista, las clasifica en positivas (como la alegría o el amor) y negativas (como el enojo o el miedo), y nos anima a aprender a gestionarlas conscientemente para evitar que nos dominen.

¿Desde cuándo experimentan emociones los niños?

Aunque algunos estudios afirman que los seres humanos ya nacemos con emociones básicas, es entre los 3 y 4 años cuando los niños comienzan a expresar con mayor claridad lo que sienten. Elena G. de White, escritora y educadora cristiana, escribió:

“La obra de la educación y formación del carácter debería comenzar en la primera infancia del niño.”

Esto significa que la formación emocional no puede esperar, y comienza desde casa.

¿Por qué es tan importante enseñar inteligencia emocional?

Porque los sentimientos no gestionados pueden afectar negativamente la salud física, mental, social y espiritual. Elena de White lo explicó con claridad:

“No les permitáis manifestar su enojo, enseñadles a ser bondadosos y pacientes. Enseñadles a ser considerados con otros.”

Y la Biblia nos recuerda que nuestras emociones reflejan quiénes somos:

“Como el agua refleja el rostro, así el corazón del hombre refleja al hombre.” – Proverbios 27:19

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a manejar sus emociones?

El mejor punto de partida es el ejemplo. Como dice Lucas 6:39: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?” Si queremos que nuestros hijos desarrollen inteligencia emocional, primero debemos desarrollarla nosotros. Aquí algunos consejos prácticos para empezar:

1. Conoce tus emociones: Identifica cómo te sientes, qué pensamientos ocupan tu mente y cómo reaccionas ante ciertas situaciones.

2. Aprende a controlarlas: Decide conscientemente alejarte de la tristeza, evita que tu estado de ánimo te controle.

3. Automotívate: Rechaza pensamientos depresivos y cultiva la perseverancia y la autoconfianza.

4. Desarrolla empatía: Observa el lenguaje corporal, las miradas y los gestos de los demás. Escuchar más allá de las palabras es clave.

5. Cuida tus relaciones: Fomenta ambientes de paz y armonía con quienes te rodean.

6. Evita prácticas dañinas: Como hablar solo de ti mismo, hacer preguntas invasivas o ignorar las señales del otro.

¿Y cómo guiar a nuestros hijos?

La psicóloga Margaret Genet nos deja 5 estrategias valiosas para padres:

  • Evita situaciones que generen emociones negativas: Busca actividades que den bienestar y entusiasmo.
  • Ayúdales a ver desde otra perspectiva: Aun de lo negativo pueden aprenderse lecciones valiosas.
  • Identifica ideas perturbadoras y cambia el enfoque: Reflexiona, analiza y minimiza su impacto.
  • Reemplaza pensamientos negativos con sentimientos opuestos: El amor, la gratitud o la esperanza pueden sanar interiormente.
  • Incorpora el ejercicio físico: El movimiento ayuda al cerebro a liberar sustancias que generan bienestar.

¿Qué beneficios obtiene tu hijo al aprender a manejar sus emociones?

Un estudio de la Universidad de Londres reveló que la inteligencia emocional está estrechamente relacionada con la felicidad, la estabilidad y la capacidad de explorar nuevas experiencias. En otras palabras, un niño emocionalmente saludable será un adulto más feliz y exitoso.

Y eso impacta no solo en la escuela, sino en toda su vida: familia, trabajo, iglesia, relaciones. Le permite tomar decisiones con madurez, resolver conflictos con sabiduría y vivir con la paz que Dios promete.

“Debe enseñarse a los niños que el desarrollo tanto de las facultades mentales como de las físicas depende de ellos; es el resultado del esfuerzo... La felicidad no se encuentra en la complacencia egoísta; tan sólo se halla en la huella del deber.” – Elena G. de White

En nuestros colegios adventistas, educamos con propósito

Formar la inteligencia emocional es parte de nuestra misión educativa. No solo buscamos excelencia académica, sino el desarrollo integral de cada niño: su mente, su carácter y su corazón.

Si tú también crees en una educación que transforma vidas y fortalece el carácter, te invitamos a conocernos. Caminemos juntos en la formación de niños emocionalmente fuertes, espiritualmente firmes y académicamente preparados.

“Que nuestros hijos sean como plantas crecidas en su juventud...” – Salmos 144:12

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