Por Benjamín Hernández Miguel
Capellán en el Colegio Ignacio Allende
Poza Rica, Ver.
En un mundo donde el estrés, la ansiedad y las frustraciones
parecen formar parte del día a día, enseñar a los niños a identificar y
gestionar lo que sienten se ha vuelto una prioridad. Y como institución
educativa con principios cristianos, creemos que educar las emociones también
es formar el carácter y fortalecer el espíritu.
“Buen remedio
es el corazón alegre, pero el ánimo triste seca los huesos.” – Proverbios 17:22
¿Qué son las
emociones?
¿Desde cuándo
experimentan emociones los niños?
Aunque algunos estudios afirman que los seres humanos ya
nacemos con emociones básicas, es entre los 3 y 4 años cuando los niños
comienzan a expresar con mayor claridad lo que sienten. Elena G. de White,
escritora y educadora cristiana, escribió:
“La obra de la educación y formación del carácter debería comenzar en la primera infancia del niño.”
Esto significa que la formación emocional no puede esperar,
y comienza desde casa.
¿Por qué es tan
importante enseñar inteligencia emocional?
Porque los sentimientos no gestionados pueden afectar
negativamente la salud física, mental, social y espiritual. Elena de White lo
explicó con claridad:
“No les permitáis manifestar su enojo, enseñadles a ser bondadosos y pacientes. Enseñadles a ser considerados con otros.”
Y la Biblia nos recuerda que nuestras emociones reflejan
quiénes somos:
“Como el agua refleja el rostro, así el corazón del hombre refleja al hombre.” – Proverbios 27:19
¿Cómo puedo ayudar a
mi hijo a manejar sus emociones?
El mejor punto de partida es el ejemplo. Como dice Lucas
6:39: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?” Si queremos que nuestros
hijos desarrollen inteligencia emocional, primero debemos desarrollarla
nosotros. Aquí algunos consejos prácticos para empezar:
1. Conoce tus
emociones: Identifica cómo te sientes, qué pensamientos ocupan tu mente y
cómo reaccionas ante ciertas situaciones.
2. Aprende a
controlarlas: Decide conscientemente alejarte de la tristeza, evita que tu
estado de ánimo te controle.
3. Automotívate: Rechaza
pensamientos depresivos y cultiva la perseverancia y la autoconfianza.
4. Desarrolla empatía:
Observa el lenguaje corporal, las miradas y los gestos de los demás.
Escuchar más allá de las palabras es clave.
5. Cuida tus
relaciones: Fomenta ambientes de paz y armonía con quienes te rodean.
6. Evita prácticas
dañinas: Como hablar solo de ti mismo, hacer preguntas invasivas o ignorar
las señales del otro.
¿Y cómo guiar a
nuestros hijos?
La psicóloga Margaret Genet nos deja 5 estrategias valiosas
para padres:
- Evita situaciones que generen emociones negativas: Busca actividades que den bienestar y entusiasmo.
- Ayúdales a ver desde otra perspectiva: Aun de lo negativo pueden aprenderse lecciones valiosas.
- Identifica ideas perturbadoras y cambia el enfoque: Reflexiona, analiza y minimiza su impacto.
- Reemplaza pensamientos negativos con sentimientos opuestos: El amor, la gratitud o la esperanza pueden sanar interiormente.
- Incorpora el ejercicio físico: El movimiento ayuda al cerebro a liberar sustancias que generan bienestar.
¿Qué beneficios
obtiene tu hijo al aprender a manejar sus emociones?
Un estudio de la Universidad de Londres reveló que la
inteligencia emocional está estrechamente relacionada con la felicidad, la
estabilidad y la capacidad de explorar nuevas experiencias. En otras palabras,
un niño emocionalmente saludable será un adulto más feliz y exitoso.
Y eso impacta no solo en la escuela, sino en toda su vida:
familia, trabajo, iglesia, relaciones. Le permite tomar decisiones con madurez,
resolver conflictos con sabiduría y vivir con la paz que Dios promete.
“Debe enseñarse a los niños que
el desarrollo tanto de las facultades mentales como de las físicas depende de
ellos; es el resultado del esfuerzo... La felicidad no se encuentra en la
complacencia egoísta; tan sólo se halla en la huella del deber.” – Elena G. de
White
En nuestros colegios
adventistas, educamos con propósito
Formar la inteligencia emocional es parte de nuestra misión
educativa. No solo buscamos excelencia académica, sino el desarrollo integral
de cada niño: su mente, su carácter y su corazón.
Si tú también crees en una educación que transforma vidas y
fortalece el carácter, te invitamos a conocernos. Caminemos juntos en la
formación de niños emocionalmente fuertes, espiritualmente firmes y
académicamente preparados.
“Que nuestros hijos sean como plantas
crecidas en su juventud...” – Salmos 144:12