miércoles, 21 de septiembre de 2016

Alegoría del proceso enseñanza – aprendizaje

¿Qué tal si usamos una jarra, un vaso y un poco de agua para ejemplificar el proceso enseñanza – aprendizaje en las escuelas del siglo XXI?

Por Galdino Enríquez Antonio

Una representación tradicional de los procesos educativos del siglo pasado, tenían como actores principales un vaso, una jarra y un poco de agua. El vaso, regularmente vacío, representaba al alumno, quien llegaba a la escuela para que recibiera conocimiento de sus mentores. Era responsabilidad de la escuela, junto con los profesores, llenar en la medida de lo posible, el vaso vacío con agua.

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La jarra, vasija, recipiente, cántaro, era la figura del docente, quien con mucho o poco conocimiento (agua), le bastaba para darles un sorbo de “sabiduría” a cada vaso. La vasija era quien conocía la fuente de donde emanaba el agua. De vez en cuando, la jarra, iba en busca de esa agua; y para no estar yendo constantemente a la fuente del conocimiento, la racionaba.

En los albores del siglo XXI, esta concepción de los procesos educativos, ha cambiado sustancialmente. Si usamos los elementos de la representación tradicional (vaso, jarra y agua), para ejemplificar el proceso de enseñanza – aprendizaje actual, tendríamos la siguiente representación:

El alumno, el vaso vació, pretende mantenerse así. Porque llegar a clases con un poco de agua (conocimiento) al interior del vaso, implica dedicar tiempo a lecturas personales, investigaciones puntuales, concentrarse en tópicos propios de cada asignatura. Cargar el vaso con algo de agua, significa responsabilidad, cuidado, dedicación y esmero para conseguir esa agua y cuidar de no perderla en un resbalón.

La ley del menor esfuerzo tiene cabida entre los valores heredados. El hábito de extender la mano para pedir no ha sido fácil de quitar, puesto que existen paternalismos escolares, familiares y gubernamentales que tienen dispuesto las manos en sus cántaros para solventar las necesidades que se le presenten al vaso, que procura mantenerse vacío ante las exigencias académicas.

El docente, la jara que llegaba como quería a clases, tiene ante sí el reto de ir todos los días a rellenarse de conocimiento a las fuentes donde brota cristalina el agua. Hasta ahora no ha sido tan requerido este proceso, puesto que el vaso prefiere llegar para que le sirvan y muchos vasos se conforman con lo poco que le puedan dar.

Exigirle al vaso que llegue con un poco de agua y que muestre a los otros miembros de la clase lo que trae, de donde lo obtuvo y como lo hizo, es una cultura que está en proceso de construcción; es el reto del siglo XXI. La labor de la jarra, en el presente siglo, es mantenerse siempre llena, nunca a medias o semivacío, porque si los vasos le llegan a exigir, debe estar presto a satisfacer la sed de conocimiento que pueda darse en el proceso de enseñanza – aprendizaje.

Hasta ahora, el agua puede ser tomada de cualquier fuente, pero dentro de poco, cualquier fuente no será suficiente. Deberán ser fuentes puras, donde el agua es tomada directamente del manantial, porque si se toma de cualquier lugar, podrá estar contaminada, adulterada y entonces, será el fracaso del sistema que use la jarra para el desarrollo del proceso enseñanza – aprendizaje.


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