Por
Galdino Enríquez Antonio
KNG, la Revista Educativa
Las
quejas más recurrentes contra las instituciones educativas es el bajo nivel académico que presenta el
grueso de su población escolar. Pero cuando se mira las disposiciones de la
normatividad escolar, uno encuentra que la
asistencia a clases del 80% es un rubro de acreditación de lo más preciado,
casi sagrado. El cumplimiento de las asignaciones o aprobar las pruebas
orales o escritas figuran en segundo plano.
Elevar
dos “rayitas” el grado de exigencia académica a los estudiantes, es sinónimo de
una cascada de reclamos y quejas por los procesos. La exigencia académica requiere de puntualidad, limpieza y entrega
debida de las asignaciones dispuestas para la acreditación de un parcial,
bimestre o semestre. La exigencia amerita que se hagan lecturas personales
sobre los temas de estudio, que los cinco sentidos estén aplicados afondo, que
se tenga un horario de estudio y repaso continuo de lo revisado en clases;
además, la exigencia requiere que no se
festeje la ausencia del profesor o se celebre cuando a él se le olvide recoger
los trabajos del día.
Leer
“¿Qué criterios se deben seguir al dejar tareas escolares?”, en: http://institutokng.blogspot.mx/2018/02/que-criterios-se-deben-seguir-al-dejar.html
Cuando
se le baja dos “rayitas” al grado de exigencia académica, el “profe” es buena
onda, a todo dar; le llueven calificativos favorables. A la vuelta de los años,
cuando el alumno ingrese al siguiente nivel educativo superior inmediato,
aparecen los reclamos: en esa escuela no te enseñan nada, no te exigen lo
mínimo, te regalan la calificación, entre otros tantos más. Las consecuencias son inmediatas: baja la
matrícula, el personal comprometido tiende a buscar otros espacios donde
desarrollar sus habilidades, los maestros mediocres conservar su empleo, etc.
¿Qué
hacer ante este panorama? La corriente más fuerte que permea entre los docentes
es dejar que la vida se encargue de esos
alumnos. Que sea ella quien los repruebe. Te evitas de llamadas de
atención, notas de extrañamiento por las constantes quejas sobre tu trabajo, no
sufres estrés por la calidad del aprovechamiento escolar de tus alumnos. Bajo
esta circunstancia, el escenario es peor
que el problema que lo ocasiona.
¿Qué
hacer entonces? El panorama luce desalentador. Luchar contra la ley del menor esfuerzo para alcanzar el mayor
beneficio es un reto, no solo de las escuelas, es un reto de las empresas, de
la sociedad, de las familias mismas. Gracias a esta ley (la del menor
esfuerzo), mucha gente busca la manera más fácil de hacer dinero, la forma más
rápida de bajar de peso, el modo más cómodo de ganarse el sustento, aprobar sin
estudiar, pagarle al gordo de la lotería. Todo esto deriva en prácticas
fraudulentas, robos, engaños, entre otras prácticas más peligrosas para una
sociedad que ve sus valores cada vez más cerca del suelo.
Leer
“¿Cómo se adquiere la ciudadanía ambiental?”, en: http://institutokng.blogspot.mx/2018/02/como-se-adquiere-la-ciudadania-ambiental.html
Es primordial recuperar los
valores académicos: el
esfuerzo, la disciplina académica, la puntualidad, la responsabilidad, la
honestidad, a fin de evitar el plagio, el fraude, la compra de notas, las
difamaciones y revertir la ley del menor esfuerzo.
¿Cuánto tardará revertir esta
tendencia? ¿Quién
encabezará estos trabajos? ¿Cómo se llevará a cabo esta tarea? ¿Dónde se ejecutará
este proyecto? ¿Cuál es el papel que juegan los docentes en este proceso? ¿Qué
parte le toca realizar a los alumnos? ¿Qué tienen que hacer las familias, los
medios de comunicación y las autoridades?
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