jueves, 25 de junio de 2015

Educando para la Vida - 2

Por Galdino Enríquez Antonio 


Estoy seguro que los directores, maestros y todos aquellos que están en el proceso educativo de los niños en México, están poniendo de su parte para que se logre una educación de calidad, una educación para la vida, como dijera Ortega y Gasset.
Estoy orgulloso de uno que otro de mis maestros, de aquellos que aprendí grandes y fantásticas verdades. Pero me queda una duda, llevo clavada una espina: ¿Qué habría pasado si todos hicieran lo mismo? Formarían individuos de calidad, quienes buscarían la convivencia y la paz social.
Es necesario que se convenza al hombre que es un ser humano, que siente, que tiene corazón, que es siervo de Dios y amigo de la humanidad: estos son algunos cometidos de la verdadera educación. Sin embargo, la violencia que se vive y los alborotos sociales que nos rodean ponen en tela de juicio, lo civilizados que paceríamos ser.
Te asaltan en las esquinas, te torturan a la vuelta, te estafan en las cajas de ahorro, te secuestran en tu casa, te quitan el asiento con boleto en mano, te engañan en todas partes y no sabes que hacer. Y todo porque la economía de mercado dicta los paradigmas de la actualidad; los dueños de los medios de producción manejan a su voluntad los destinos de las nuevas formas de esclavitud.
La calidad de una educación para la vida no se alcanza tan solo en las aulas, se logra con el paso por la vida. Ese paso queda suspendido en el trance corrupto de una huelga, de un plantón, de un mitin, de un cierra al paso vehicular, ¿de dónde lo hemos aprendido?
Nuestra educación para la vida queda truncada en la tragedia infame de un asesinato político, de un derecho no acatado, de una verdad negada, de una transición llena de farsas, de un cheque sin fondo, de una paz no disfrutada, una paz que se funde en el clamor de chicuelo sin padres.
Una verdadera educación para la vida provoca un cambio de programación en la pantalla chica y no en una valoración punitiva. Promueve una transformación en la manera de informar a la sociedad, no en la apertura de cadenas de televisión abierta. Busca acabar con el trillado dicho de “el que no tranza no avanza”. Pretende erradicar la Ley el Menor Esfuerzo.
El azadón es una herramienta para los agricultores, no para los dueños de los medios de producción, mucho menos para los políticos. Por esta razón, una verdadera educación para la vida, impulsa una adecuada y verdadera distribución de la riqueza. De esta manera, cada familia alcanzaría dignidad, y se lograría el bienestar que sus miembros necesitan. Consecuencia: calidad de vida, calidad de educación, calidad laboral, calidad de ánimo, etc.

Educando para la Vida - 1

Por Galdino Enríquez Antonio 

Como en otros ámbitos de la vida, en materia educativa se desea, se busca tener calidad. Todo ser humano se preocupa por alcanzar una calidad de vida, por encontrar un lugar que le permita ser, por descubrir una excelencia que le otorgue un nombre.
Un Estado, una Nación sin educación de calidad es, un Estado que marcha hacia la decadencia democrática. ¿A quién le corresponde, entonces, trabajar para conseguir una educación para la vida? Es una tarea de todos: sociedad civil, gobiernos, instituciones educativas, familias, medios de comunicación, instituciones religiosas.
En las primeras décadas de este siglo, es fundamental tener calidad en cada área de la vida, si queremos prevalecer en el milenio. La gente busca y a veces encuentra calidad. En el campo, en las fábricas, en los comercios, en los estudios. En todas partes se ansía, se necesita calidad. Cómo alcanzar calidad en todas esas áreas nos lleva a tener un sinfín de reflexiones.
Si habláramos de calidad en educación, alguien nos diría que la disminución del alfabetismo, nos acerca a la calidad. Otros considerarían que al aumentar el número de alumnos en las aulas, es llenar de calidad al Estado. Unos más señalarían que la apertura de nuevos centros de enseñanza, nos conduce hacia la calidad.
Se cree y se presume mucho lo que se está ocurriendo en torno al Sistema Educativo Nacional en nuestros días. Si es cierto, nos proveen de aulas nuevas, nos motivan con desayunos escolares, nos invitan con becas, nos proporcionan útiles escolares, nos llaman con libros de textos gratuitos y hasta nos proveen de equipos tecnológicos, como tabletas y computadoras. Señalan que la Reforma Educativa es la más importante de las reformas; yo diría que en el fondo es una reforma laboral docente. El trasfondo lo desconocemos muchos.
Sí, todo esto es necesario; en hora buena para los que permiten que esto sea una realidad y no meras fantasías. Los números nos permiten ilusionarnos con ello. Además, la cantidad de material didáctico proporcionado a los docentes es, en su mayoría, de muy buena calidad y presentación. Pero…
¿Se ha alcanzado una educación de calidad? ¿Se tiene ya los resultados preliminares de la actual política educativa? Completaremos pronto la primera mitad del sexenio.

Para leer la segunda parte de esta texto, dar clip en: http://institutokng.blogspot.mx/2015/06/educando-para-la-vida-2.html


Otras lecturas:

miércoles, 17 de junio de 2015

APROBAR O NO APROBAR

Por Joaquín Campos Galindo

Fue al final de mi primer año de trabajo docente. El director de la escuela dio las indicaciones para el llenado de la documentación de fin de curso. En ese momento comenzó para mí, un calvario que no quería recorrer, pues tuve en el año lectivo un alumno con las cualidades perfectas para repetir el curso escolar. Pero me aterraba la idea de reprobarlo.
Era un alumno de 5º grado de primaria y con frecuencia erraba en los ejercicios de aritmética: suma, resta, multiplicación y división. No lograba resolver los problemas matemáticos sin la ayuda de alguien. Cuando leía, lo hacía casi deletreando; no respetaba los signos de puntuación. Tenía una caligrafía espantosa. Me reservo compartirles la calidad de su ortografía. Era un caso desesperante para mí.
Me encontraba entre la espada y la pared. Si lo reprobaba, ¿cómo podría mirarle a los ojos a su familia? Vivían a tan solo dos casas frente a la escuela. Si lo aprobaba, ¿cómo explicaría su presencia en el 6º grado con semejantes deficiencias? Me sentía culpable por los pocos logros que obtuvo en ese año. Pero me reconfortaba repitiéndome que los maestros anteriores tampoco hicieron su trabajo.
En muchas ocasiones platiqué con la mamá sobre los avances pobres de su hijo a lo largo del ciclo escolar. La señora dibujaba una sonrisa en los labios y me decía: “Verá que si va a mejorar mi chaparro. Es un buen niño.” No sé dónde veía lo bueno, porque en conducta o disciplina académica, no miraba avance alguno.
Decidí reprobarlo. Un nudo se me hacía en la garganta mientras llenaba la boleta.  Recordé varios momentos con él durante el ciclo escolar. Era un buen jugador de fútbol. Cuando lo molestaban sus compañeros, su espíritu alegre no se doblegaba. Sus grandes ojos aceitunados hacían lucir su sonrisa cuando algo lo hacía feliz. Fue el alumno más destacado que tuvo la escuela en el Encuentro Educativo. Sólo lo vi llorar una vez; fue cuando sus compañeros se subieron en bola sobre su menudo cuerpo y le sacaron el aire.
Después de llenar el anverso de la boleta, me dispuse a vaciar las calificaciones. Pero una extraña sensación de miedo, angustia, o no sé de qué, me hizo levantarme frente a la máquina de escribir y tomar el borrador de la boleta en mis manos. Salí de la pieza y caminé por las calles de la población. Luego decidí ir a la casa del alumno. Cuando llegué, la mamá estaba sentada en un taburete junto a la puerta, y a un lado la abuela del niño en su sillón.
Después de saludar, le pedí a la madre hablar a solas con ella y no me concedió el privilegio. Con mucha pena le mostré el borrador de la boleta y le dije que su hijo reprobaría el año escolar. No supe que hacer cuando sus lágrimas rodaron por sus mejillas y sus argumentos laceraba mi espíritu angustiado.
-          ¿Cómo le diré a su papá? ¿Dirá que soy una mala madre? ¿¡Qué no estoy al tanto del niño!?
No recuerdo las otras preguntas ni los demás argumentos. Tardó algunos minutos en desahogarse. No supe decirle gran cosa. Al final, entre sollozos, la mujer me prometió poner al día al chiquillo. Que no sabía cómo le iba a hacer, pero que en el verano ella de hacía cargo. Que no me preocupara de nada.
Hace algunos años me encontré con el alumno más brillante de aquella generación. Le fue mal en la universidad. Dejó trunca su primera carrera y en ese momento tenía dificultades para concluir una ingeniería. Platicamos de los momentos gratos de aquel año y pregunté por varios de sus compañeros. Me dio razón de ellos, muy interesantes por cierto.
No pregunté por aquel niño que estuve a punto de reprobar. Sin embargo, a mi interlocutor no se le pasó y me dijo: Él es un Contador Público y trabaja como tesorero de una Presidencia Municipal.

Cargué por muchos años la pena de haberlo aprobado, pero creo que la mamá si cumplió con su palabra. Hizo en aquel verano lo que me prometió.


Leer ¿DIESTRO O ZURDO? – Primera Parte http://institutokng.blogspot.mx/2015/07/diestro-o-zurdo.html
Leer LOS DESACUERDOS FAMILIARES EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS http://institutokng.blogspot.mx/2015/07/los-desacuerdos-familiares-en-la.html