miércoles, 17 de junio de 2015

APROBAR O NO APROBAR

Por Joaquín Campos Galindo

Fue al final de mi primer año de trabajo docente. El director de la escuela dio las indicaciones para el llenado de la documentación de fin de curso. En ese momento comenzó para mí, un calvario que no quería recorrer, pues tuve en el año lectivo un alumno con las cualidades perfectas para repetir el curso escolar. Pero me aterraba la idea de reprobarlo.
Era un alumno de 5º grado de primaria y con frecuencia erraba en los ejercicios de aritmética: suma, resta, multiplicación y división. No lograba resolver los problemas matemáticos sin la ayuda de alguien. Cuando leía, lo hacía casi deletreando; no respetaba los signos de puntuación. Tenía una caligrafía espantosa. Me reservo compartirles la calidad de su ortografía. Era un caso desesperante para mí.
Me encontraba entre la espada y la pared. Si lo reprobaba, ¿cómo podría mirarle a los ojos a su familia? Vivían a tan solo dos casas frente a la escuela. Si lo aprobaba, ¿cómo explicaría su presencia en el 6º grado con semejantes deficiencias? Me sentía culpable por los pocos logros que obtuvo en ese año. Pero me reconfortaba repitiéndome que los maestros anteriores tampoco hicieron su trabajo.
En muchas ocasiones platiqué con la mamá sobre los avances pobres de su hijo a lo largo del ciclo escolar. La señora dibujaba una sonrisa en los labios y me decía: “Verá que si va a mejorar mi chaparro. Es un buen niño.” No sé dónde veía lo bueno, porque en conducta o disciplina académica, no miraba avance alguno.
Decidí reprobarlo. Un nudo se me hacía en la garganta mientras llenaba la boleta.  Recordé varios momentos con él durante el ciclo escolar. Era un buen jugador de fútbol. Cuando lo molestaban sus compañeros, su espíritu alegre no se doblegaba. Sus grandes ojos aceitunados hacían lucir su sonrisa cuando algo lo hacía feliz. Fue el alumno más destacado que tuvo la escuela en el Encuentro Educativo. Sólo lo vi llorar una vez; fue cuando sus compañeros se subieron en bola sobre su menudo cuerpo y le sacaron el aire.
Después de llenar el anverso de la boleta, me dispuse a vaciar las calificaciones. Pero una extraña sensación de miedo, angustia, o no sé de qué, me hizo levantarme frente a la máquina de escribir y tomar el borrador de la boleta en mis manos. Salí de la pieza y caminé por las calles de la población. Luego decidí ir a la casa del alumno. Cuando llegué, la mamá estaba sentada en un taburete junto a la puerta, y a un lado la abuela del niño en su sillón.
Después de saludar, le pedí a la madre hablar a solas con ella y no me concedió el privilegio. Con mucha pena le mostré el borrador de la boleta y le dije que su hijo reprobaría el año escolar. No supe que hacer cuando sus lágrimas rodaron por sus mejillas y sus argumentos laceraba mi espíritu angustiado.
-          ¿Cómo le diré a su papá? ¿Dirá que soy una mala madre? ¿¡Qué no estoy al tanto del niño!?
No recuerdo las otras preguntas ni los demás argumentos. Tardó algunos minutos en desahogarse. No supe decirle gran cosa. Al final, entre sollozos, la mujer me prometió poner al día al chiquillo. Que no sabía cómo le iba a hacer, pero que en el verano ella de hacía cargo. Que no me preocupara de nada.
Hace algunos años me encontré con el alumno más brillante de aquella generación. Le fue mal en la universidad. Dejó trunca su primera carrera y en ese momento tenía dificultades para concluir una ingeniería. Platicamos de los momentos gratos de aquel año y pregunté por varios de sus compañeros. Me dio razón de ellos, muy interesantes por cierto.
No pregunté por aquel niño que estuve a punto de reprobar. Sin embargo, a mi interlocutor no se le pasó y me dijo: Él es un Contador Público y trabaja como tesorero de una Presidencia Municipal.

Cargué por muchos años la pena de haberlo aprobado, pero creo que la mamá si cumplió con su palabra. Hizo en aquel verano lo que me prometió.


Leer ¿DIESTRO O ZURDO? – Primera Parte http://institutokng.blogspot.mx/2015/07/diestro-o-zurdo.html
Leer LOS DESACUERDOS FAMILIARES EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS http://institutokng.blogspot.mx/2015/07/los-desacuerdos-familiares-en-la.html

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