Por Galdino Enríquez Antonio
En los últimos años ha tenido un repunte el número de
lecturas que los docentes asignan a sus alumnos. La mayor dificultad que
enfrentan los profesores tiene que ver con el tiempo corto que cuentan para verificar
que las lecturas sean hechas por sus alumnos. Surge la necesidad de ofrecerle a
los docentes diversas estrategias que le permitan obtener indicios y evidencias
de que realmente el alumno hizo la lectura.
Hacerles preguntas orales a los alumnos de la clase, preparar
una prueba escrita, diseñar una actividad de retroalimentación, entre otras
estrategias, son las más empleadas por los profesores. En esta ocasión, les
presentamos una estrategia que implica más de una actividad, al que hemos denominado
“Trabajar un Texto”. Esta estrategia de trabajo para la lectura de los textos,
incluye al menos cinco actividades, y el docente puede incluir otras, que en su
propia experiencia, le haya funcionado.
Lectura del texto: hacer la lectura de todo el texto,
de principio a fin. Una o dos veces. Ya sea en silencio o en voz alta; dentro o
fuera del horario escolar. Pero si se hace una tercera lectura es mucho mejor.
Habitualmente los alumnos hacen directamente las actividades sin leer el texto
en su totalidad. Es deber del docente motivar a sus alumnos a realizar la
lectura total del texto en más de una ocasión. Insistir hasta que “el cántaro que va al pozo de rompa”.
Definición de palabras desconocidas: al mismo tiempo que se realizan la
primera o segunda lectura, el alumno deberá ir señalando los términos cuyo
significado desconoce. Estos términos o conceptos deben definirse en el texto,
ya sea en los márgenes, al final del mismo o en los espacios disponibles en el
mismo texto. Hacerlo así, permitirá consultar las definiciones con mayor
prontitud en caso de estudios posteriores.
Muchos
alumnos dicen conocer todos los términos con tal de saltarse esta actividad.
Pero se podría superar con un par de trucos: primero, preguntarle al alumno el
significado de algunos términos contenidos en el texto al momento de entregar
su reporte de lectura. Segundo, solicitar desde el principio, que si no
encuentran términos desconocidos, definan las palabras claves del texto.
Subrayado de ideas principales: los textos redactados con sumo
cuidado, presentan para cada párrafo, al menos una idea principal. Las ideas secundarias
o terciarias explican o argumentan a favor de las principales. Por lo tanto, el
lector debe seleccionar de manera cuidadosa las ideas principales de cada párrafo.
Para realizar esta actividad, el alumno deberá utilizar colores diferentes para
resaltar las ideas principales de las secundarias.
La
definición de términos desconocidos o de palabras clave, así como el subrayado
de ideas principales cumplen una doble función: que el alumno haga la lectura
total del texto y lo prepare para las siguientes dos actividades: presentación
de un organizador de texto y elaboración de preguntas.
Preparación de un esquema visual: existe un poco más de cincuenta
organizadores de textos que pueden ser utilizados para concentrar los
conceptos, las ideas y los argumentos esenciales de los textos. La naturaleza y
las características de los textos podrán favorecer a la selección de la
estructura visual a utilizar. La experiencia permitirá hacer una selección
puntual del esquema adecuado.
Los esquemas
visuales básicos presentan una estructura de cuatro niveles básicos: título,
subtítulos, características y ejemplos. Los esquemas visuales más simples (como
los mapas cognitivos de sol) o más complejos (como la V de Gobi), hacen poco
uso de la estructura organizacional de cuatro niveles como ocurre en un esquema
de llaves o un mapa de conceptos.
Hacer preguntas. Los estudiantes están habituados a
que les hagan preguntas sobre las lecturas. Ahora no debería ser así. Son ellos
quienes deberían hacerle preguntas sobre conceptos, ideas o argumentos
presentes en los textos, incluso preguntas al autor del texto. Pero no solo
quedarse con el planteamiento de las preguntas, sino ir en busca de respuestas
en otros textos y en otras fuentes.
Al presentar
el alumno un informe de lectura con estos elementos, el docente podrá optimizar
su tiempo para otras actividades escolares; pero si elige realizar preguntas
orales a la clase, preparar una prueba escrita, diseñar una actividad de
retroalimentación, ya no tendrá remordimientos si en algún momento, un alumno
se le escapa de la valoración.