domingo, 20 de julio de 2025

Educa al niño en su camino: Una decisión con propósito

La educación no es solo para aprobar exámenes, es transformar vidas.

                                                                                            Ptr. Lázaro Mazariego Caraveo, Capellán                                                                                   del Colegio Ramón Galguera Montuy, en Huimanguillo, Tabasco.

Elegir el colegio adecuado para tus hijos es una de las decisiones más trascendentales como padre. No se trata solo de que aprendan matemáticas o gramática; se trata de formar personas con principios, carácter y propósito. En los colegios del Sistema Educativo Adventista, la excelencia académica va de la mano con los valores cristianos, brindando una


formación integral que impacta para toda la vida.

A continuación, te compartimos cinco razones para considerar un colegio adventista para tus hijos:

1. Atención personalizada con propósito

Cada estudiante es único, y en nuestras escuelas eso no solo se respeta, sino que se valora. En ambientes educativos cercanos, los maestros conocen a sus alumnos, identifican sus fortalezas y necesidades, y los acompañan en su desarrollo académico, emocional y espiritual.

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).

2. Formación integral para toda la vida

Nuestros colegios promueven un desarrollo equilibrado: mente, cuerpo y espíritu. Se impulsan hábitos saludables, actividad física, expresión artística, reflexión espiritual y responsabilidad social.

“¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo…?” (1 Corintios 6:19).

“El propósito de la educación es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y morales.” (La Educación, p. 26)

3. Educación basada en valores cristianos

La educación adventista enseña principios para la vida: amor, respeto, honestidad, gratitud, servicio. Cristo es el centro de nuestra enseñanza, y su Palabra guía todas las áreas del conocimiento y la convivencia.

“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).

“El conocimiento de la verdad es el fundamento de una educación verdadera.” (La Educación, p. 179)

4. Comunidad educativa comprometida

En un colegio adventista, tú no estás solo. Padres, maestros e iglesia formamos una comunidad activa y colaborativa. Se valora tu rol como primer educador de tus hijos, y se te acompaña en el proceso.

“Criadlos en la disciplina y admonición del Señor” (Efesios 6:4).

“Los padres deben cooperar con los maestros en la obra de educar a los niños.” (La Educación, p. 283)

5. Educación segura y consciente en la era digital

Nuestros alumnos reciben formación digital responsable y segura, aprendiendo a manejar la tecnología con criterio, ética y protección. Además, se prioriza un ambiente escolar sano, libre de violencia y con acompañamiento emocional.

“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Salmo 34:7).

“La educación cristiana debe incluir una preparación para vivir sabiamente en un mundo digital.” (La Educación, p. 283)

Conclusión

Cuando eliges un colegio adventista, no solo estás invirtiendo en la educación académica de tus hijos, sino en su formación integral como seres humanos y como hijos de Dios. Les estás regalando una experiencia educativa donde la fe se encuentra con la excelencia.

Porque la educación no es solo para aprobar exámenes, sino para transformar vidas.

viernes, 18 de julio de 2025

Educación con propósito: más allá de lo académico

Desde pequeño, soñé con estudiar en un Colegio Adventista. En casa, mis padres me enseñaron valores cristianos que marcaron mi vida, y aunque no teníamos estabilidad económica, hicieron un esfuerzo para inscribirme. Aquella experiencia fue inolvidable. La educación que recibí no solo se enfocaba en el conocimiento académico, sino también en el desarrollo espiritual y personal. Cada maestro se interesaba genuinamente por nuestra formación integral.

  • Pr Juan Carlos Santos Sánchez
  • Capellán Colegio Niños Héroes
  • Ixhuatlán del Sureste, Ver.

Sin embargo, la situación económica en casa empeoró, y tuve que cambiarme a una escuela pública. El contraste fue evidente. El ambiente era frío, la atención era impersonal y la seguridad, limitada. Me costaba adaptarme, y en mi frustración, perdí interés por las clases.

Pronto surgió un conflicto. Las clases terminaban a las 9 p. m. y los viernes había una

materia importante justo a la última hora. Como adventista, decidí no asistir durante el sábado. Cuando notaron mi ausencia y me cuestionaron, expliqué mi fe. Aunque otros adventistas sí asistían, yo sentí la convicción de mantenerme firme. Para mi sorpresa, algunos compañeros se acercaron para felicitarme y ofrecerme ayuda: una joven incluso entregó mi trabajo en mi nombre para que no perdiera la materia.

Ese gesto me hizo reflexionar profundamente. Recordé los principios que había aprendido en casa y en el Colegio Adventista. Entonces tomé una decisión: colportaría ese verano para reunir recursos y regresar al colegio. Dios abrió las puertas y pude continuar mis estudios donde realmente quería estar.

Comprendí que una educación cristiana no se trata solo de libros y exámenes, sino de formar el carácter, fortalecer la fe y preparar a los jóvenes para enfrentar la vida con principios firmes.

Las escuelas adventistas siguen ese modelo inspirado en las antiguas escuelas de los profetas, donde el conocimiento de Dios se integraba con la vida diaria, el estudio se equilibraba con el trabajo manual y se cultivaban mentes y corazones sensibles a la voluntad divina. Hoy, más que nunca, necesitamos una educación así: una que prepare a los niños y jóvenes no solo para este mundo, sino para la eternidad.

El verdadero maestro no solo enseña, también modela paciencia, dominio propio y amor. Padres y educadores tienen una misión sagrada: cultivar en los niños y adolescentes el respeto propio, la responsabilidad, el pensamiento crítico y el compromiso con Dios.

Vivimos en un mundo cambiante, donde los jóvenes enfrentan desafíos únicos. Necesitamos guiarlos a desarrollar una relación saludable con la tecnología, enseñarles a trabajar con sus manos, a pensar por sí mismos y, sobre todo, a confiar en Dios. Una educación con propósito es aquella que, como dice nuestro lema, une la fe con la excelencia.

Si estás buscando una escuela para tus hijos donde no solo aprendan, sino crezcan en todos los aspectos de su vida, considera un Colegio Adventista. Allí encontrarás más que clases: encontrarás propósito, comunidad, valores… y una fe viva que acompaña a los estudiantes a cada paso.