Por Joaquín Campos Galindo
En los últimos años ha crecido el número de casos de niños
con problemas de aprendizaje. Cada año, los maestros encuentran serias
dificultades para hacer frente los casos que se presentan en su salón de
clases. Lamentablemente, no todas las escuelas cuentan con el personal
capacitado para dar atención a las situaciones particulares que se registran.
Considerando las condiciones económicas que nos toca vivir,
muchos padres invierten su tiempo en conservar un empleo o impulsar el
patrimonio familiar a través de una pequeña empresa. Ese tiempo invertido en
pos de los dictados de la economía de mercado, se le resta a la atención que
requieren los niños de hoy en día.
Un niño con capacidades
sobresalientes no representan ninguna dificultad para los padres; un niño
con estas características, destaca por si solo en cada uno de los cursos a los
que son inscritos. Pero uno o dos, no son la mayoría. Los niños con dificultades de aprendizajes se multiplican cada vez
más por el aumento de los factores que impactan en la educación de estos
pequeños.
Leer Cómo
ayudo a mi hijo a superar las dificultades de aprendizaje
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Existen niños que cuando se levantan por la mañana, al menos
uno de los padres ya se fue a buscar el sustento. Ese mismo niño tiene la desdicha
que cuando alguno de los padres regresa del trabajo, él ya se encuentra
dormido. Este hecho, que parece normal en la etapa económica que nos envuelve,
acarrea en el niño, luego adolescente, un desequilibrio que él
mismo buscara cómo sobrellevar. Esa búsqueda lo lleva a encontrarse con amigos
distantes en la red, amiguitos que frecuenta en el ambiente escolar o hasta
refugiarse en una que otra sustancia nociva. Cabe destacar que existen excepciones
a la regla.
Esto es solo el principio. Si consideramos que un alumno
presenta algún grado del Trastorno de
Déficit de Atención (TDA), por falta de atención, propiamente, de parte de
los miembros de la familia, la bola de nieve empieza a tomar dimensiones poco
prometedoras para el futuro. Pero si a la desatención familiar se enfrenta con
un caso de Trastorno de Déficit de Atención
con Hiperactividad (TDAH), la multiplicación de dificultades de aprendizaje
es aún más notorio.
Cuando estas dificultades de aprendizaje (TDA y TDAH), se
ven acompañados de dislexia, dislalia o
discalculia, el avance escolar se ve seriamente frenado. Si consideramos
además de esto, las afectaciones
emocionales o psicológicas en los menores, aparecen otros problemas de
aprendizaje severos. Muchos niños son más inteligentes de lo que parecen, pero un trauma, por muy pequeño que parezca,
bloquea al menor y no existe una fórmula única para hacerlo avanzar en sus
objetivos académicos. Los miedos, las
fobias, los prejuicios, pocas veces detectables por los padres, generan
dolor y sufrimiento en los chicos.
Muchas de las afectaciones que pueda tener un alumno y que
frene su aprovechamiento académico, pueden ser superadas con acciones que los
padres realicen desde casa. Como decirles
que se les quiere o que se les ama, llenarlos
de abrazos y besos, acostarlos por la noche. Platicar sobre sus necesidades personales, transmitirles
confianza, seguridad, etc.
Asistir a reuniones escolares, platicar con los maestros y seguir las indicaciones de estos, es el
principio de querer ayudar a nuestros hijos. Proveerles de materiales académicos, aclarar sus dudas y revisarles
la tarea, le dice a los niños mucho de su interés por ellos. Motivarlos, animarlos, echarles porra, también se vale. Si
después de hacer todo esto, su hijo presenta problemas de aprendizaje, busque ayuda profesional. Comience con los
docentes que conviven con su hijo en la escuela, posteriormente con
especialistas: pediatras, psicólogos, psicopedagogos, incluso puede darse el
caso de tener que consultar a neurólogos.
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