jueves, 3 de septiembre de 2015

Cómo ayudo a mi hijo a superar las dificultades de aprendizaje


Por Joaquín Campos Galindo

En los últimos años ha crecido el número de casos de niños con problemas de aprendizaje. Cada año, los maestros encuentran serias dificultades para hacer frente los casos que se presentan en su salón de clases. Lamentablemente, no todas las escuelas cuentan con el personal capacitado para dar atención a las situaciones particulares que se registran.
Considerando las condiciones económicas que nos toca vivir, muchos padres invierten su tiempo en conservar un empleo o impulsar el patrimonio familiar a través de una pequeña empresa. Ese tiempo invertido en pos de los dictados de la economía de mercado, se le resta a la atención que requieren los niños de hoy en día.
Un niño con capacidades sobresalientes no representan ninguna dificultad para los padres; un niño con estas características, destaca por si solo en cada uno de los cursos a los que son inscritos. Pero uno o dos, no son la mayoría. Los niños con dificultades de aprendizajes se multiplican cada vez más por el aumento de los factores que impactan en la educación de estos pequeños.

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Existen niños que cuando se levantan por la mañana, al menos uno de los padres ya se fue a buscar el sustento. Ese mismo niño tiene la desdicha que cuando alguno de los padres regresa del trabajo, él ya se encuentra dormido. Este hecho, que parece normal en la etapa económica que nos envuelve, acarrea en el niño, luego adolescente, un desequilibrio que él mismo buscara cómo sobrellevar. Esa búsqueda lo lleva a encontrarse con amigos distantes en la red, amiguitos que frecuenta en el ambiente escolar o hasta refugiarse en una que otra sustancia nociva. Cabe destacar que existen excepciones a la regla.
Esto es solo el principio. Si consideramos que un alumno presenta algún grado del Trastorno de Déficit de Atención (TDA), por falta de atención, propiamente, de parte de los miembros de la familia, la bola de nieve empieza a tomar dimensiones poco prometedoras para el futuro. Pero si a la desatención familiar se enfrenta con un caso de Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), la multiplicación de dificultades de aprendizaje es aún más notorio.
Cuando estas dificultades de aprendizaje (TDA y TDAH), se ven acompañados de dislexia, dislalia o discalculia, el avance escolar se ve seriamente frenado. Si consideramos además de esto, las afectaciones emocionales o psicológicas en los menores, aparecen otros problemas de aprendizaje severos. Muchos niños son más inteligentes de lo que parecen, pero un trauma, por muy pequeño que parezca, bloquea al menor y no existe una fórmula única para hacerlo avanzar en sus objetivos académicos. Los miedos, las fobias, los prejuicios, pocas veces detectables por los padres, generan dolor y sufrimiento en los chicos.


Muchas de las afectaciones que pueda tener un alumno y que frene su aprovechamiento académico, pueden ser superadas con acciones que los padres realicen desde casa. Como decirles que se les quiere o que se les ama, llenarlos de abrazos y besos, acostarlos por la noche. Platicar sobre sus necesidades personales, transmitirles confianza, seguridad, etc.
Asistir a reuniones escolares, platicar con los maestros y seguir las indicaciones de estos, es el principio de querer ayudar a nuestros hijos. Proveerles de materiales académicos, aclarar sus dudas y revisarles la tarea, le dice a los niños mucho de su interés por ellos. Motivarlos, animarlos, echarles porra, también se vale. Si después de hacer todo esto, su hijo presenta problemas de aprendizaje, busque ayuda profesional. Comience con los docentes que conviven con su hijo en la escuela, posteriormente con especialistas: pediatras, psicólogos, psicopedagogos, incluso puede darse el caso de tener que consultar a neurólogos.

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