Por
Joaquín Campos Galindo
El
examen ya no es el único instrumento de evaluación usado en las escuelas para
valorar el desarrollo escolar de los alumnos. El estudiante necesita cubrir una serie de requisitos para acreditar cada
una de las asignaturas que cursa. Entre estos requisitos se encuentran:
asistir a clases, cumplir con los ejercicios, tareas y/o experimentos, así como
investigaciones, proyectos, debates, ponencias, lecturas y demás.
Por
lo tanto, al docente no debería ser calificado como apto para impartir clases
únicamente por la acreditación de un examen escrito. Se requiere de una serie
de elementos que han de integrar un
portafolio de evidencias, que muestre su desarrollo
profesional. Ocurren tantas cosas en las escuelas como para que alguien piense
que no se hace mucho en ellas.
Podríamos
incluir en su portafolio la producción
intelectual, ya sean estos por la publicación de trabajos de investigación
en revistas especializadas o compartir sus experiencias a través de artículos,
ensayos o relato de casos, en periódicos locales o portales educativos.
Habría
que replantear el hábito de llevar un diario
de observación sobre los incidentes que ocurren en la escuela o aula de
clases. Esto conlleva a describir cada situación y plantear soluciones. Tanto
los casos de éxito como los asuntos infructuosos, es importante registrar los
procesos seguidos para tratar de llegar a un feliz término.
Además,
es necesario considerar la elaboración
de reportes que muestren los avances o retrocesos que tengan los alumnos del
grupo o asignaturas que atiende el maestro. Estos reportes permitirían integrar
un expediente académico a lo largo de la estadía de cada estudiante en la
institución.
Realizar
prácticas, experimentos, investigaciones, demostraciones, que se vuelvan noticias en los diarios locales o se
divulguen en la gaceta escolar y en los tableros de la institución. Es
necesario que se dé a conocer lo que hace la escuela, así como las actividades
que promueve el docente. La divulgación es un aliado que permite que la
comunidad escolar y la sociedad en general, conozcan estos acontecimientos.
Estas y otras estrategias
son necesarias
para la integración de un portafolio
profesional de evidencias. No existe una sola forma o un
solo instrumento para indicar el rendimiento del docente. El abanico de
posibilidades con que cuentan las autoridades educativas es numeroso, sin
embargo, los funcionarios de alto nivel, buscan circunscribirlo en unos cuentos
recursos de valoración.
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